Una de las habilidades más importantes que podemos fomentar en los niños pequeños es el desarrollo de una autoestima positiva. Una forma segura de hacer esto es mostrándoles a los niños cómo reconocer los buenos sentimientos que provienen de adentro cuando logran o crean algo, o cómo confiar en la motivación intrínseca (versus extrínseca). La motivación intrínseca conduce inevitablemente a una autoestima saludable. La motivación extrínseca podría fomentar cierta dependencia
Los psicólogos han investigado durante décadas sobre los beneficios de la motivación intrínseca. Según Edward Deci y Richard Ryan :
“La motivación intrínseca se considera mejor que la motivación extrínseca porque las personas que están motivados intrínsecamente son más propensos a:lograr mejores resultados, tener un mayor sentido del compromiso personal y la responsabilidad, desarrollan mayor persistencia y enfrentan mejor las dificultades cuando aparecen, son más creativos y tienden a plantear ideas y soluciones novedosas”
A largo plazo genera mayor autodeterminación y autoconfianza. ¿Cuántas de estas cualidades nos gustaría poseer en la edad adulta? Yo creo que se aproximan mucho a las mismas que como padres quisiéramos fomentar en nuestros hijos ¿estás de acuerdo?
En ocasiones, como padres o profesionales de la educación, nos sentimos algo perdidos o desorientados sobre el sentido de la educación que estamos ofreciendo a nuestros hijos (alumnos). ¿Te sientes identificada? Alguna vez te has parado a pensar ¿para qué educamos?
La educación es un camino de largo recorrido, es como la siembra de algunos frutos. En las primeras etapas, se plantan semillitas. Esas semillitas luego se han de abonar y cuidar durante la adolescencia, eliminar aquellas que no han germinado y esperar los dulces frutos de nuestra siembra cuando llegan a la edad adulta, cuando maduran. Por el camino a veces tenemos que podar alguna ramita, o apuntalarla porque se tuerce un poquito. Pero los frutos, en cualquier caso, tardarán en llegar.
A veces en la escuela las familias nos piden orientación. Cuando se sienten desalentadas, perdidas o desbordadas por alguna situación habitual de la crianza solemos plantear esta reflexión:
“Por favor, piensa por un momento en el adulto en el que te gustaría que se convirtiera tu hijo/a en un futuro”
Contents
¿Crees que con tus acciones lo estás acercando a esa idea, o lo estarías alejando?
¿Se te ocurren cosas que podrías dejar de hacer?
¿Qué otras cosas podrías incorporar en tu día a día?
Es normal que en la vorágine del día a día se nos olvide que estamos educando a largo plazo. Es normal que nos desalentemos cuando día a día trabajamos para “cuidar esas semillitas” pero los frutos se hacen de rogar.
Es normal que en ciertos momentos busquemos desesperadamente soluciones inmediatas, que parecen funcionar “ipso-facto”
Cuando encontramos esas soluciones de “CONTROL” inmediato podemos caer en la falsa paz de pensar que hemos encontrado la solución adecuada. Y es ahí cuando no podemos olvidar que estamos educando para el largo plazo, que tenemos un objetivo y una finalidad y que esa “solución” nos está alejando de la “idea” que teníamos.
¿Estás de acuerdo? Si es así no hay otro camino.
Es esencial ofrecerles oportunidades donde puedan experimentar la responsabilidad y consecuencias en relación directa con los privilegios de los que gozan)
Si su comportamiento lo condicionamos con elogios, premios y recompensas (extrínsecas) cuyo efecto es más inmediato les estaremos convirtiendo (inconscientemente) en receptores dependientes. Del mismo modo, si los condicionamos con castigos, les estaremos “sometiendo” y no educando, ya que actuarán y obedecerán por miedo y no por responsabilidad personal y además les estaremos alejando emocionalmente de nosotros.
Por lo tanto, el primer paso pasa por comprender la necesidad primordial de que nosotros, los adultos, hemos de proporcionarles a los niños las oportunidades necesarias para que puedan desarrollar la responsabilidad y la motivación, y que comprendamos que la cooperación basada en el respeto mutuo y la co-responsabilidad (responsabilidad compartida) es más efectiva que el CONTROL autoritario.
Los adultos tenemos que estar conscientes y enfocados en los resultados a largo plazo y no dejarnos engañar (embaucar) por los resultados a corto plazo.
Si te paras a pensar, como adulto, te darás cuenta de que no nos gusta el control o la permisividad de forma excesiva. Si alguien tratara de controlarte excesivamente probablemente te rebelarías y si alguien te permitiera todo, probablemente pensarías que te está tomando por tonto. Lo que ocurre, es que en materia educativa, muchas veces no sabemos hacerlo de otro modo. Así, caemos en la duda de cuál de los extremos (orillas) es la adecuada para educar y comenzamos a movernos tambaleantes y dubitativos de un lado a otro.
Y si nosotros dudamos ¿cómo van a estar nuestros hijos (alumnos)?
¿Cómo podemos hacerlo entonces?
- Si buscas el control que sea el de la situación no el de la persona (hijo/alumno)
- enseñen a autoevaluarse en vez de enseñarles a depender de los elogios y la opinión de los demás.
- Muéstrales y ayúdales a generar seguridad en sí mismos a través de palabras de aliento y afirmaciones positivas.
- En lo posible, evita los elogios. Si valoras a través de elogios, fomentas que la autoestima dependa de la opinión externa de los otros.
- En lugar de enseñarle a depender de los elogios y la opinión de los demás prueba a enseñarle a autoevaluarse.
¿Cómo aprende un niño a ocuparse de sus necesidades, a compartir, a proteger su salud, seguridad e integridad, a afrontar los disgustos, a expresarse de forma constructiva, a respetarse y respetar las necesidades de los demás, a relacionarse con ellos…??
Es un proceso lento y gradual.
Entonces, ¿cómo podemos fomentar con nuestras respuestas la motivación intrínseca en los niños? Si bien es habitual que nosotros, como adultos, respondamos a los comportamientos deseados o las nuevas habilidades con elogios no relacionados (¡Buen trabajo!) u otros refuerzos tangibles (pegatinas, dulces, juguetes), aún podemos hacerlo mejor.
Los elogios suelen ser bien recibidos por los niños y funcionan en determinadas situaciones, lo que fomentan a largo plazo es la motivación extrínseca, por eso es recomendable limitar su uso e incluso ir retirándolos poco a poco de nuestro día a día conforme vayamos incorporando nuevas herramientas que nos ayuden a lograr resultados deseados.
Es muy emocionante ver a los niños lograr hacer algo nuevo, especialmente cuando estamos involucrados con su desarrollo y aprendizaje, así que automáticamente decimos lo primero que nos viene a la mente: “¡BIEN HECHO!” o “¡BUEN TRABAJO!” esperando reforzar ese comportamiento para que se repita en un futuro y podemos tener un mayor impacto en la autoestima de los niños si trabajamos para responder con palabras más significativas. Palabras que muestran a los niños que los vemos. Los escuchamos. Nos interesa lo que nos están diciendo. Palabras que les enseñan a pensar en cómo se sienten cuando logran algo.
Palabras de reconocimiento. A todos nos gusta ser reconocidos por algo ¿no es así?, pero no solo podemos recibir reconocimiento a base de elogios.
Piensa en palabras o frases que te hagan sentir reconocida a la vez que respetada y entrénate para incorporarlas a tu día a día. Y no solo tendrán un efecto positivo en tus hijos o alumnos, también lo notarás en las relaciones con otros adultos de tu entorno más cercano (pareja, hermanos, cuñados…) y si no te lo crees, haz la prueba por unos días. Una de mis mentoras suele decirme que el cambio que quiero ver en los demás debe empezar conmigo. Y confieso que las veces que lo he aplicado he obtenido resultados sorprendentes y he visto cómo algunas relaciones han mejorado potencialmente. ¿Para qué esperar a ponerlo en práctica? ¿Qué podrías perder? ¿Qué podrías ganar?
Ya puedes empezar tu lista de afirmaciones positivas y frases alentadoras pero si te has quedado “en blanco te dejo estas ideas:
¡Lo hiciste! ¡Lo has logrado!(O describe lo que ha hecho: “¡Has colocado los cuentos en la estantería!”) ¿Cómo te hace sentir eso? ¡Te arriesgaste! ¡Te has esforzado! Puedes sentirte muy orgulloso de ti mismo. Puedes sentirte muy orgulloso de tu trabajo. ¡Es una excelente idea! Hiciste un plan y con él lo has logrado Eso me parece interesante. ¿Querías contarme más? ¡Adoro tu creatividad! Estás aprendiendo a hacer tu solito (por tu cuenta) Usaste mucho “verde” en ese dibujo Has mostrado tu amabilidad Eso ha sido muy valiente por tu parte Has trabajado muy duro en ese proyecto Estoy impaciente por ver qué es lo siguiente que haces Muéstrame lo que has aprendido (lo que has hecho) Resolviste tu problema Gracias por tu ayuda, la aprecio de veras.
Cuando buscamos reconducir un comportamiento inadecuado (y evitar “perder los papeles”) igualmente podemos hacer uso de frases positivas, respetuosas y alentadoras como estas:
Respeto tus sentimientos, pero no la forma en que los manejas /expresas. Sé que puedes decir lo mismo de una forma respetuosa; estoy segura que puedes pensar en una solución (útil)
Estoy muy ocupada ahora y estoy deseando tener luego tiempo especial juntos
Necesito tu ayuda, ¿qué ideas se te ocurren para solucionar este problema?
Que te ayudaría más con ese problema X o Y (ofrecer dos opciones) ¿Quieres hablar de ello ahora o quizás más tarde?
Parece que ahora mismo estás muy disgustado. Solo quiero que sepas que estoy a tu lado.
Te escucho y estoy deseando estar contigo en cuanto me sea posible.
¿Te acuerdas la primera vez que intentaste X y todo el tiempo que tardaste en dominarlo?
¿Qué tal si damos juntos un primer paso?
Es normal cometer errores, así es como aprendemos.
¿Te gustaría que trabajáramos juntos para encontrar una solución a este problema?
Intentemos esto una semana y entonces reconsideramos la situación, ¿te parece?
Inténtalo otra vez. Estoy contigo
Vaya, estás muy ____________ (cansado, enfadado, triste…), ¿quieres que hablemos?
Me siento___________ porque________ y me gustaría____________.
Veo lo difícil que es esto para ti y lo mucho que te has esforzado.
Cosas para pensar
Darse cuenta cuando los niños son valientes o completan algo que sabes que fue difícil es un momento para reconocer que la tarea fue DIFÍCIL o que asumieron un riesgo. Comentar su esfuerzo es muy útil y positivo y los animará a seguir intentando cosas difíciles en el futuro: ¡tenacidad y determinación!
Adapta tu respuesta al logro. Por ejemplo, si un niño dice “¡Mira mi dibujo!”, Debes responder con algo como “veo que has usado amarillo y rojo” . Así le estarás invitando a compartir más sobre lo que ha hecho y le estarás demostrando estás verdaderamente interesada en su trabajo, lo que generará mayor confianza y … AUTOESTIMA.
Siempre que puedas alentar a un niño a seguir adelante, profundizará su interés en esa actividad y su aprendizaje se expandirá.
No te sorprendas si “¡BUEN TRABAJO!” todavía sale volando entre tus labios de vez en cuando. Al agregar con atención y conciencia diferentes tipos de respuestas, gradualmente comenzarás a perder la “respuesta automática”. Cualquier niño bajo tu cuidado, ya sea hijo, alumno, o vecino se sentirá visto, escuchado, y reconocido. Su autoestima se estará nutriendo positivamente y la conexión entre vosotros será más profunda y segura.
Cosas para recordar:
Llegamos a esta vida sin la habilidad del autocontrol. Cuando la aprendemos nos convertimos en personas independientes, responsables, felices… personas de bien en nuestra sociedad.
¿Qué es lo que quiero controlar, la situación o a la persona?
Cuando lo hacemos centrándonos sólo en el mal comportamiento (el castigo) les estamos mostrando las cosas que están mal, pero no la forma correcta de hacerlas bien.
¿Cómo van a saber ser mejores, si solo les mostramos las cosas peores e incorrectas?
En lugar de decir automáticamente “BUEN TRABAJO” o “ CASTIGADO”, prueba una de estas respuestas que te hemos ofrecido. Tienes muchas para elegir. Al ajustar tus respuestas, estarás ayudando a los niños a construir las bases de una autoestima positiva desde el principio.
Los momentos esenciales serán aquellos en los que nos planteemos si es más necesario una “lección” o debemos darle un respiro a nuestros hijos. Y no será fácil decidir.
Ser padres es un proceso constante, largo y arduo, repleto de pruebas y errores. El error nos hace aprender. A ellos (los niños) también. Permítete y permítele los errores. Son los grandes maestros de la vida.